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LA TRANSICIÓN

Tenía yo 11 años cuando pasó. Años más tarde, la estudié en la Facultad. ¡Cuánto se echa de menos!

Llevo tiempo sin escribir nada. El desánimo reina entre las tropas. Hastío de ver siempre lo mismo: la casta política copa los medios de comunicación, las noticias, el protagonismo económico y social. Entre ellos se matan, pero se adoran. Solo se miran al ombligo. Esto es el no va más. Y la corrupción, en aumento (fuente: Memoria de la Fiscalía General del Estado). Nadie dimite, nadie responde de nada, y aún se permiten dar clases de ética los unos a los otros y hasta a los ciudadanos.

Parafraseando a San Pablo, estamos atribulados en todo, mas no angustiados, en apuros, mas no desesperamos; perseguidos, mas no desamparados, abatidos, mas no perecemos. Hay que rebelarse, protestar, hacerse oir, por aquí, por allá, a la hora de votar. Que sepan que una NUEVA TRANSICIÓN es necesaria, y comienza.

La vorágine legislativa, la histérica y desmedida diarrea reformista sin cuartel nos devora. Nadie reconoce a este PP intervencionista (anteproyecto de ley de servicios profesionales), que cercena derechos (y otras cosas que otros ya practicaban también mediante vallas), amplía el catálogo de infracciones y sanciones administrativas de forma desmedida y peligrosamente cercana a una dictadura, sanciona e impide las manifestaciones críticas a los políticos  (anteproyecto de ley de reforma de la ley de seguridad ciudadana), impide a los ciudadanos ejercer sus derechos ante el poder judicial (ley de tasas), único poder que hasta ahora garantiza el control de la arbitrariedad del poder político.

Lo de Gallardón es para echarle de comer aparte. Llevaba desde 1988 cacareando la necesidad de lograr un poder judicial independiente y lo primero que hace como Ministro de Justicia es todo lo contrario. Menos mal que la memoria está escrita y el boletín le hace rehén de sus propias palabras: Diario de sesiones del Senado . ¡Venga ya, Ministro! ¡Qué desilusión! Aunque hay que ser iluso para esperar coherencia y rectitud de ideas en algún político de este país. Es un insulto a la inteligencia de los ciudadanos, treinta años diciendo y prometiendo una cosa y ahora, a la tercera de cambio, vuelven a consumar la mentira e incumplir la promesa: los políticos se reparten el CGPJ.

Ahora que campan por sus fueros violadores y asesinos, tampoco ellos reconocen un ápice de culpa en tantos años de omisión, de no hacer su trabajo. Nadie responde, nadie dimite ¡Qué miseria moral tan grande!

Pero que no cunda el desánimo. Solo los ciudadanos tenemos la solución. Una nueva transición es necesaria. La regeneración pasa necesariamente porque toda esta casta de políticos profesionales, que carecen del más mínimo sentido del sacrificio, que cobran por todo, que nos restriegan su vanidad a golpe de noticias y ruedas de prensa llenas de obviedades y frivolidad, sea reemplazada por otra gente nueva.

Termino esta breve reflexión con la cita que en su blogg hace mi admirado Miguel Presno Linera a propósito del infame anteproyecto de ley de seguridad ciudadana: Benjamin Franklin trató de combatir los desastres naturales y gubernamentales: frente a los primeros inventó el pararrayos; frente a los segundos, además de participar en la elaboración de la Constitución de 1787 y reclamar la abolición de la esclavitud, recordó que “el pueblo dispuesto a cambiar su libertad por seguridad no merece ninguna de las dos”.


Que nadie se llame a engaño: la nueva transición exige respetar la Constitución, los derechos y libertades públicas y fundamentales, pero reformar el sistema electoral, secuestrado por la dictadura de los partidos políticos, convertidos en clubes privados subvencionados por el propio Estado, garantizar la independencia del poder judicial y la tutela judicial efectiva de los derechos de los ciudadanos. Pero ¿quien liderará esta transición?